El otro Ulises.
Esta misma semana os conté la historia de Ulises. De cómo sufrió intentando regresar a su casa, a su querida Ítaca.
Allí le esperaban su esposa Penélope, su hijo Telémaco, sus amigos y sobre todo su perro Argos.
Os conté cómo tuvo que sortear los peligros del mar poblado de cíclopes, sirenas y otros monstruos.
Os contaba como después de largos años llegó a su hogar disfrazado de mendigo y cómo no fue reconocido más que por su perro.
Lo que no podíamos imaginar, ni vosotros ni yo, es que aquí, en nuestro colegio, en nuestra misma clase hubiera otro Ulises, aunque en realidad se llame Mohamed.
Él, como Ulises, también huyó de la guerra, una terrible guerra no muy lejos de la que hubo hace miles de años en Troya, en un país llamado Siria.
Tan solo hace unos años, Mohamed vivía allí. Allí tenía su casa, iba al colegio, aprendió a jugar al fútbol, y su padre le compraría chuches en alguna tienda.
Pero en aquel país, como en Troya, los príncipes, gobernantes y militares se odiaban y consiguieron que al final estallara una guerra que quemó casas, colegios, hospitales y tiendas de chuches.
Al revés que Ulises, Mohamed y su familia huyeron lejos de su casa. Tenían que dejar atrás tantos peligros, tanto dolor.
Huyeron, pero a ellos no les esperaba nadie al otro lado del mar, ni siquiera un perro.
Cruzaron Turquía y allí Mohamed aprendió su lengua,incluso fue algo al colegio. Pero allí no había sitio para ellos. Decidieron huir hacia Europa. Como el camino por tierra estaba cerrado solo les quedó el mar. El mismo mar que cruzó Ulises.
Viajar en un barco moderno por el Mediterráneo es fácil, cómodo e incluso bonito; pero viajar como viajó Mohamed y su familia no fue fácil ni cómodo ni mucho menos bonito.
Por suerte el papá de Mohamed era experto en manejar aquella barca neumática a motor y pudieron llegar a tierra, como Ulises. Pero tuvieron que ver que otras familias no lo lograran. Y eso, Mohamed no puede olvidarlo.
En el mar ya no hay sirenas ni serpientes marinas pero hace frío y hay niebla y los barcos se hunden porque son malos y llevan demasiada gente con demasiado miedo.
Recuerda Mohamed que iban llorando cuando vieron por fin las luces de la costa. Pero el desembarco tampoco fue muy feliz. Allí los llevaron de un sitio a otro. Les pedían papeles, les tomaban las huellas de los dedos, les subían a autobuses y por fin a otro barco que les condujo a la ciudad de Atenas, la capital de Grecia, a unos cuatrocientos kilómetros de Ítaca.
Pero como allí no tenían casa se compraron una tienda de campaña y junto a cientos de personas vivieron durante varias semanas en aquel Puerto del Pireo, junto a las grúas, los barcos y el olor a gasoil.
Allí tampoco había sitio para ellos. Y decidieron que había que seguir buscando, como Ulises en un laberinto de oficinas y documentos.
Por fin alguien les ayudó y les ofrecieron venir a España. Allí hace sol, el clima se parece un poco a Siria y por fin en Junio de este año llegaron a nuestro pueblo, Rivas.
Luego empezó el curso y…bueno lo demás ya lo sabéis. Aquí le tenemos, como otro más. Nos hablamos por gestos, haciéndonos dibujos y rápido, muy rápidamente va aprendiendo nuestras palabras y palabrotas…
Y sabemos que es gentil, alegre y valiente como Ulises. Y esperamos que algún día pueda volver a su casa con sus padres, su hermana y su perro…como Ulises.
El profe.
Bienvenido Mohamed!!
ResponderEliminarGracias por esa acogida, por la hospitalidad hacia los que nos la reclaman...Por actualizar el mito inmortal para que tus alumnos comprendan y acojan igualmente...Un abrazo en nombre de quienes no son igualmente recibidos.
ResponderEliminarGracias a el por darnos la oportunidad de compartir su aventura
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